Las tradiciones de un país
Me angustia la forma de cómo estamos proyectando nuestra identidad. Llegará el tiempo en que también se transformará pero negativamente, mientras sigamos ayudando a otros pueblos, a otras personas a cambiar sus costumbres por innovaciones. Critico firmemente que vayamos a las provincias a imponer nuestras reglas y mientras hagamos esto estamos deformando la identidad. Me explico: Cuando vamos a un hogar campestre y le regalamos a esa familia una greca para facilitarle el trabajo que hace un colador de tela, estamos contribuyendo a la pérdida de las tradiciones. Esos cambios deben ser por necesidad y no por imposición.
Músicos y bailadores de congos en Villa Mella |
Si decimos que la cofradía de los congos de Villa Mella tiene que vivir del motoconcho porque no tienen la forma de seguir la tradición, estamos haciéndole daño. Y me pregunto ¿Qué hacían estas personas antes de la UNESCO otorgarle el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad?, celebrar la fiesta del Espíritu Santo, celebrar cabos de año y bancos, lo que es su costumbre, que no lo hacen para los visitantes, es una práctica de ellos, es su tradición que aun conservan.
Cuando visito a mi amiga Matilde y le digo que no coloque las fotos en la sala, porque es en el pasillo que se estila colocarlas o regalarle flores de seda porque las plásticas que tiene no están de moda, estoy contribuyendo a que se transformen esas costumbres por imposición.
Gagá de los bateyes (X.P.) |
¿Porqué debo tenerle pena a un grupo que vive del trabajo y sus tradiciones como a los guloyas, Hilda Peguero o a la capitana de la sarandunga de Baní? Ninguno de estos grupos los he oído diciendo que no se va a celebrar la actividad porque no tienen dinero. Estas personas que menciono son muy honestas y han mantenido sus tradiciones por años, por lo que no necesitan de personas que los aúpen. Para ayudar a conservar una tradición no es criticando a los gobiernos de turno a que ayuden con dinero, es apoyarlas con planes de salud, para que nos duren más, como teníamos programado un operativo médico en el año 2005.
Bailando sarandunga en La Vereda, debajo del árbol guatapanal (X.P.) |
Las tradiciones son espontáneas. Critico cuando una persona expresa “llevo el folklore en la sangre” o “llevo el carnaval en la sangre” y pienso que donde lo lleva es en el bolsillo y pensar que los portadores o hacedores no tienen la culpa porque en el transcurrir de los años los han acostumbrado a eso: pedir.
Son esas personas que cabildean un reconocimiento o un premio, porque tienen toda una vida ligada al trabajo que ellos mismos escogieron, y esto se da en todas las profesiones. Y me pregunto: ¿por qué hay que darme un premio por un trabajo que lo he hecho con pasión y espontáneamente? ¿Por qué debo cabildear un reconocimiento donde laboro o he laborado si me pusieron ahí para esos fines?. ¿Por qué tengo que premiar a mi hija que pasó de curso o limpió la casa si ese es su deber o su misión? A mis hijas les he inculcado que todo lo realicen con amor, que la recompensa sea la satisfacción de haber servido y aportado a la sociedad.
Teatro cocolo danzante, San Pedro de Macorís (X.P.) |
Y ellos no tienen la culpa sino los comerciantes de la cultura, los que
imponen reglas que hay que llevar por encima de todo y esos hacedores se
vuelven marionetas, son usados por esos poderes. Ya las comparsas de indios
participan en el renglón fantasía, el Alí baba también, los diablos de la
Capital quieren estar acompañado de los Alí baba, teniendo estos diablos su
propia música que son los cascabeles, cencerros, etc., quieren lucir atractivos
inventando. El asunto es que nunca han tenido una buena orientación.
Hilda Peguero baila sarandunga (X.P.) |
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Xiomarita Pérez
Columna Folcloreando
Publicada en el periódico El Nuevo Diario el 26-02-2008
y editada en Listín Diario el 6-07-2016
Soy de los que creo que debemos mantener las tradiciones de nuestros pueblos , fomentarlas y darlas a conocer, hoy en día los jóvenes de nuestro país conocen muy poco de nuestras costumbres, sobre todo porque en los medios de comunicación no se buscan formas atractivas de darlas a conocer.
ResponderEliminarCierto, pero los padres y profesorestampoco motivan a leer los periódicos, los libros. Los padres envían a los muchachos a los campamentos y aprenderían más si ellos los acompañan en la vacaciones para socializar con los familiares que viven en los pueblos y campos del país, o fuera si hay recursos.
ResponderEliminarTambién los profesores se ciñen a un programa y lo que sucede en el día a día, por ejemplo los hechos folklóricos, no los toman en cuenta. Además el dominicano de por sí no lee en forma crítica, es sumiso.