Marca de carros
Aunque no disfruto conducir vehÃculos de motor,
siempre me han encantado los carros y quizás por eso jugué a nones y
pares con mis amiguitos, frente a mi casa en Villa Juana. También era
apasionada de las carreras de carros. Recuerdo de “Choflechauer”, uno de
los corredores más aclamados en la pista de San Isidro y nunca me perdÃ
una de esas carreras por televisión, además de vivir frente a uno de
los mecánicos especializados, como Cocó.
Jugué a “Cepillo”, que se anotaba un punto el primero que veÃa ese carro pasar. Otro juego era adivinar la marca de los carros que transitaban frente a mi casa y yo siempre ganaba.
Mi memoria siempre estaba nÃtida para estos asuntos. Tener un Chevrolet era tener un carro, como dicen. Hasta para cerrar una de sus puertas habÃa que tener mucha fuerza.
ExistÃan el Anglia, Pontiac... Jorge Pimentel Awltrey tenÃa un Triumph; el Studebaker era un carro grande, que, por cierto, existe aún una lÃnea de carro Puerto Plata-Santo Domingo con ese nombre cuyo propietario era Macalé.
También las marcas De Soto, Cónsul, Opel, Buick, Comet, Porky, Morris, Cadillac, Dodge, Peugeot 404 y los modelos Belair e Impala de la Chevrolet.
El saxofonista Juan Colón tenÃa un Ford Cortina; una profesora de fÃsica en la UASD tenÃa un Citroen; el doctor Moran un Safari. Mi padre Viterbo Pérez tenÃa un Chevrolet modelo Biscayne, un Mercury y un Austin Cambridge gris.
Los usaba para trabajar de Puerto Plata a Santo Domingo y para las salidas en familia los domingos a los pueblitos aledaños, y cuando emigramos a la capital, tenÃa un camión Austin y un “Magiruz Deust”.
Antes de mi padre poseer esos tres vehÃculos, tenÃa un carro negro que le daba mucho tormento todos los dÃas en la mañana. VivÃamos en la calle Antera Mota, en Puerto Plata. Mi padre siempre esperaba que pasara alguien para que lo ayudara a empujar, pues nunca encendÃa. Después le sacaron un cantico que decÃa: “Por la calle Antera Mota no se puede pasar, porque dice don Viterbo: ayúdame a empujar”.
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Columna Folcloreando
Publicada en ListÃn Diario
Miercoles 15 de mayo de 2013
Jugué a “Cepillo”, que se anotaba un punto el primero que veÃa ese carro pasar. Otro juego era adivinar la marca de los carros que transitaban frente a mi casa y yo siempre ganaba.
Mi memoria siempre estaba nÃtida para estos asuntos. Tener un Chevrolet era tener un carro, como dicen. Hasta para cerrar una de sus puertas habÃa que tener mucha fuerza.
ExistÃan el Anglia, Pontiac... Jorge Pimentel Awltrey tenÃa un Triumph; el Studebaker era un carro grande, que, por cierto, existe aún una lÃnea de carro Puerto Plata-Santo Domingo con ese nombre cuyo propietario era Macalé.
También las marcas De Soto, Cónsul, Opel, Buick, Comet, Porky, Morris, Cadillac, Dodge, Peugeot 404 y los modelos Belair e Impala de la Chevrolet.
El saxofonista Juan Colón tenÃa un Ford Cortina; una profesora de fÃsica en la UASD tenÃa un Citroen; el doctor Moran un Safari. Mi padre Viterbo Pérez tenÃa un Chevrolet modelo Biscayne, un Mercury y un Austin Cambridge gris.
Los usaba para trabajar de Puerto Plata a Santo Domingo y para las salidas en familia los domingos a los pueblitos aledaños, y cuando emigramos a la capital, tenÃa un camión Austin y un “Magiruz Deust”.
Antes de mi padre poseer esos tres vehÃculos, tenÃa un carro negro que le daba mucho tormento todos los dÃas en la mañana. VivÃamos en la calle Antera Mota, en Puerto Plata. Mi padre siempre esperaba que pasara alguien para que lo ayudara a empujar, pues nunca encendÃa. Después le sacaron un cantico que decÃa: “Por la calle Antera Mota no se puede pasar, porque dice don Viterbo: ayúdame a empujar”.
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Columna Folcloreando
Publicada en ListÃn Diario
Miercoles 15 de mayo de 2013
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