Fundación Mauricio Báez
Bailando momise |
Parte de mi familia emigró de Puerto Plata a la capital en el año 1966. Nos instalamos en Villa Juana y fue una experiencia inolvidable.
Allí crecí, perdón, me crié, porque no he aumentado ni una pulgada. Recuerdo ese barrio lleno de cuarterías y barras pero con gente humilde de corazón, entusiasta, y que todavía guardo en mi memoria. No puedo olvidar el Club Edison en la calle Amiama Gómez y el Club Mauricio Báez, al cual fui a ver la obra “Tataibá”, creo que protagonizada por Joseph Cáceres.
Así comenzó y hoy ese club, que antes era un patio grande con una cancha, es hoy un centro cultural enclavado en una de las mejores edificaciones construidas en el país, y no solo eso; lo más importante son los aportes que están haciendo a la comunidad a través de la Fundación Mauricio Báez. La educación, la salud, el deporte y la cultura es lo prioritario para estos hombres y mujeres que quizás nunca pensaron en la adultez de ese proyecto tan maravilloso, un simple espacio convertido en un complejo deportivo, cultural, educativo y social.
Aprendiendo merengue |
Sé que César Heredia, director ejecutivo de la Fundación, ha confiado en que estos 50 años forjando valores para la sociedad no se han perdido, ha sido un aporte a emular por muchas fundaciones y otros centros que trabajan con la juventud.
Donando una de mis obras a la Fundación |
Gracias a la gerente técnica Silvania Aquino, Nicauris Berroa, Bibliotecaria; Kelvin, de Audiovisuales, y Luis Daniel Tejeda, fotógrafo.
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Columna Folcloreando
Xiomarita Pérez
Publicada en Listín Diario el miércoles 5 de marzo, 2014
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