La expresión oral picaresca del pregonero
Tuvo que venir una pandemia para que
los vendedores ambulantes se hicieran notar; esos que con su picardía creativa
venden sus productos con melodía. Como siempre estoy repitiendo lo mismo: la
cultura se transforma por necesidad y con relación a los pregoneros se hizo
efectiva hace varios años en vista de que estuvieron apagados por varias
razones:
Primero fue por la migración del país vecino, que no pregonaban
porque muchos estaban ilegales y con su pregonar se delataban. Segundo, por las
construcciones verticales que afectaron estos cantos, muchos de doble sentido,
ya que desde una décima planta no se escuchaba “Guandule veeeerdeeeee”, tampoco
“palitto de cocoooooo” o “maí maí maí ma maíiiiiiii”.
Estos personajes se activaron desde el 2020 hasta
la fecha por una simple razón: la gente estaba en su casa, incluyendo los
estudiantes que recibían sus clases a través de la plataforma Zoom, y muchas de
estas familias se quejaban porque los pregoneros obstaculizaban estas
clases.
Estos vendedores también son padres y madres que
tienen que “buscárselas” para subsistir, son seres importantes que, además de
llevarnos las frutas y vegetales a nuestras casas, o recoger los artículos
viejos para revenderlos, “llenan de vida, color y tradición su hábitat laboral,
marcando con su sello característico los productos que pregonan”, reza el
primer párrafo del volante que distribuimos el Día Nacional del Folklore del
2009, dedicado a los pregoneros. Ese día lo pusimos en valor recreando esos
pregones en el Parque Colón de la Ciudad Colonial.
Me gustaría saber si algunos de esos profesores les
explicaron a sus alumnos qué significan para un pueblo estos personajes, esos
marchantes, que muchos países por estar en vía de desarrollo no tienen, en vez
de estar protestando por las frecuentes interrupciones.
“Ateso lo batidoreeeeee, por cinco peso se lo pongo
duro, se lo pongo tieso, atesando lo batidoreeeeeee”.
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