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Mi dieta escolar

Mi hermana Carmen y yo estudiamos en el colegio Santa Clara, becadas con un transporte de  guagua de la Companía Nacional de Autobuses. 

Local del colegio Santa Clara en la Ciudad Colonial

Mi madre nos levantaba a las cinco de la mañana y hacía un café con leche y pan con huevo, o con queso Don Pancho, cuando había dinero, y para llevar nos preparaba a cada una cuatro panes con huevos revueltos. 
Nunca llevé veinticinco centavos para comprar un refresco de botella y un pastelito, porque no había recursos para ello. 
A las 6:00 de la mañana esperábamos la guagua en la Peña Batlle esquina Summer Welles. Éramos las primeras en recoger y por ese motivo siempre ayudaba a montar o a desmontar a los niños y a cruzar la calle
Reunión de la promoción 1973
Recuerdo a Margarita, yo le llevaba como 5 o 6 años y siempre se sentaba alante conmigo y me regalaba la mitad de su pan, preparado con jamón y queso, ¡qué pan! 
La hora de Literatura con el profesor Caonabo coincidía con el recreo de kínder y le daba mordidas a mis panes y le pedía permiso al profesor para “ayudar” a esos niños a sacar sus refrescos de la nevera y yo, autoagradecida me tomaba un trago de cada refresco, porque tenía que “bajar el pan”. 
Subo al aula, continúo en mis clases, encontrando muchas veces  que se habían comido la mitad de uno de mis panes. En el recreo siempre me juntaba con mis amigas Miriam Pimentel y Altagracia Genao, “Lacha”, que esas sí que llevaban veinticinco centavos. Diariamente Miriam compraba un refresco de uva y Altagracia Genao -Lacha- uno rojo, ambos acompañados de pastelitos. No me explico cómo no cambiaron de color.

Mis compañeras de curso con el profesor José Delmonte el 14-11-2009

Siempre les brindaba de mis panes, pero no estaban acostumbradas a mi menú. Entonces ellas, al no ser tan glotonas, me daban la mitad de cada una de su merienda
Tocar el timbre para entrar al aula era una señal para dirigirme a la cafetería a donde sor Lourdes, una monja con más de 68 años, a “requintar” de los pastelitos que no se vendieron porque estaban rotos. 

En el recreo
Mis amistades siempre me han preguntado cómo no crecí, era la última de la ruta y llegaba a mi casa a las tres de la tarde y no comía. No sé si era porque la comida estaba fría o porque mi barriga estaba un poco llena.

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Xiomarita Pérez, columna Folcloreando
Publicada en Listin Diario el 18-12-2013
La primera fotografía es propiedad de www.aventurasinfantiles.com 

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