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Chaljub y doña Dulce



El viernes 23 de mayo 2014 visité el hogar del investigador de merengue típico, Rafael Chaljub Mejía, para entregarle un libro de merengue típico, hablarle de algunos de mis proyectos y degustar un asopa'o preparado por su companera de vida, doña Dulce. Chaljub me expresó que precisamente ese día se cumplía el 38 aniversario del fallecimiento trágico del virtuoso del acordeón Tatico Henríquez, quien además era su cuñado, ya que estuvo casado con su hermana Eva Chaljub. Las fotos las tomé el día de la visita y la columna más abajo es del 2011.
                                    
 Hace mucho quería escribir sobre ellos. Dos seres humanos a quienes hay que “sacarle” su plato aparte. Y no es porque siempre le hago la visita al mediodía para comer una verdadera comida casera, de tierra adentro, sino por lo afable que es esta pareja, lo sencillo, lo informal y lo mejor de todo, gente sana que está en período de extinción. 
                                    
Ya ni en los pueblos se ve la hospitalidad, porque hay cansancio, emigración e influye también lo económico. 
Donde Chaljub y Dulce no hay que anunciarse para comer, se conserva esa costumbre de cocinar mucho “por si se presenta alguien”. No falta la auyama, los guineítos verdes, un pedazo de mapuey y un dulcito que trajeron de La Gorda de Nagua, su pueblo natal. 
                                    
Esta tradición es parte de mi gozo, porque todavía recuerdo cuando vivía en Puerto Plata que se cocinaba con la intención de que sobrara. La gente no era “pijotera” y siempre vivía cargando del conuco.
Este desprendimiento amigable y natural de esta familia es lo que más admiro, ese desapego a lo material, lo que ha hecho que me roben el cariño. No hay poses que valgan. 
                                     
Hace varios días las autoridades de Universidad Autónoma de Santo Domingo le otorgaron a Rafael Chaljub Mejía el título de Profesor Honorario de esa Casa de Estudios. Lo celebro con alegría y cariño porque en el poco tiempo que lo he tratado muy de cerca me he dado cuenta de los conocimientos que posee, aún sin tener una carrera universitaria, lo que no ha sido obstáculo para transmitir a través de sus obras las investigaciones que ha realizado de lo que ha sido su pasión: el merengue típico. 
                                       
Esa pasión la ha compartido con sus dos compañeras de vida: la güira y doña Dulce. Ellas dos se van a campos y pueblos protegiendo al hombre, que sin hacer mucha bulla ha conocido y compartido con la mayoría de los intérpretes del merengue típico, entre ellos a quien fuera su cuñado, Tatico Henríquez.
Para Dulce y Chaljub un abrazo fuerte y que Dios derrame muchas bendiciones, salud y fuerza para que me sigan soportando. 

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Xiomarita Pérez
Columna Folcloreando 
Publicada en Listín Diario el 10-08-2011

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